La Iglesia conmemora hoy la solemnidad de la Resurrección de Cristo, el eje central de la Fe, porque como señalaba San Pablo en su primera Epístola a los Corintios “si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”.
Esta noche, durante la Vigilia Pascual,
las campanas de la Cristiandad lanzaban al mundo el espectacular mensaje de
que, tras su Pasión, que hemos conmemorado en días pasados, ese Cristo triunfante
vencedor de la Muerte se convierte en preludio de nuestra propia resurrección,
dotando a nuestra vida de una esperanza sin la cual carecería de sentido.
Por eso, queremos hacer llegar a todos
nuestros lectores nuestra felicitación pascual, tomando como motivo este lienzo
del dominico fray Juan Bautista Maíno (1581-1649) que se conserva en el Museo
del Prado y que fue pintado, entre 1612 y 1614, para el retablo mayor de la
iglesia conventual de San Pedro Mártir, en Toledo. Se da la circunstancia de
que Maíno firmó el contrato en 1612 pero no terminó el encargo hasta dos años
después, debido entre otras razones a que, en 1613, tomó el hábito de la Orden
de Predicadores que se lo había encargado. A partir de ese momento, su
producción artística se redujo considerablemente, truncando en cierta manera
una prometedora carrera, dado que era un excelente pintor formado en Italia.
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