En la plaza del Rey de Madrid, junto a la sede del Ministerio de Cultura se encuentra una escultura de Eduardo Chillida en la que un grafitero realizó las pintadas que muestra esta imagen de ABC, por las que el Juzgado de lo Penal nº 29 le condenó por “daños al Patrimonio”. Sin embargo, la Audiencia Provincial le absolvió por entender que no se había producido un deterioro grave de la escultura, salvo un “deslucimiento” de la misma.
En recurso de casación ante el Tribunal
Supremo, éste acaba de dictar una sentencia de gran importancia, dado que viene
a unificar criterios y a cubrir un cierto vacío legal que existía, porque el
Supremo ha condenado al autor a cinco meses de prisión y el pago de la
restauración que ascendió a 1.376 euros, estableciendo que los daños
ocasionados de forma dolosa en los bienes del Patrimonio Histórico-Artístico,
se integran en el artículo 323 del Código Penal, siempre que los desperfectos
ocasionados tengan cierta entidad y no sean un deslustre fácilmente reparable.
Esto quiere decir que siempre que la reparación requiera una intervención cualificada,
como la utilización de máquinas hidrolimpiadoras o productos especiales para
eliminar las pinturas o tintas, se está cometiendo un delito castigado con
cárcel.
Por lo tanto, las pintadas que se
realizan en el casco antiguo de Borja, declarado Bien de Interés Cultural, constituyen
un delito de esas características, especialmente cuando se efectúan sobre piedra
o paredes de ladrillo, cuya eliminación es compleja.
Al hilo de esta noticia, queremos
recordar que las obras de Chillida parecen ejercer cierta atracción entre los
vándalos. La primera foto refleja los daños ocasionados en la escultura “Lugar
de encuentros” de Toledo; en la segunda aparece dañada el “Elogio del Horizonte”
en Gijón, que vuelve a ser vandalizada cada vez que se pinta. Pero no es sólo
fuera de su tierra donde se realizan este tipo de acciones, dado que como puede
verse en la tercera imagen, también fue objeto de las mismas el icónico “Peine
del viento” en San Sebastián.
Pero la acción de los delincuentes no
se detiene ni ante los monumentos más importantes. Aquí hemos recogido algunas
de sus fechorías y queremos recordar esta pintada realizada en la catedral de
Santiago de Compostela. Esperamos que el endurecimiento de las penas contribuya
a reducir el número de estas acciones, aunque para ello es necesario la colaboración
de las autoridades locales y de las fuerzas de seguridad, con el fin de
identificar y detener a los autores.
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