miércoles, 7 de junio de 2023

El cementerio naval británico de Camariñas

 

         La serie de artículos que hemos venido dedicando a los cementerios militares extranjeros en España tuvo su origen en el homenaje que Poland First to Fight tributó a dos militares polacos en el cementerio de Bilbao. Pero, en España, hay otros cementerios, dependientes del gobierno británico, muchos de los cuales están bajo el cuidado de la Fundación para los Cementerios británicos en España. Aquí, vamos a hacer referencia exclusivamente a los cementerios militares, comenzando hoy por el Cementerio Naval de Camariñas del que, como de los restantes, no teníamos noticias hasta ahora.


         Ubicado en un hermoso paraje, recientemente ha sido incluido en la European Cemeteries Route. Allí reposan los restos de las víctimas de dos naufragios acaecidos en Punta Boi, el mayor de los cuales fue el de la fragata HMS Serpent.

 

El HMS Serpent era un crucero de tercera clase de la Royal Navy, construido en Devonport entre 1885 y 1888. Botado el 10 de marzo de 1887, con una eslora de 68,58 metros y una manga de 10,97, tenía un desplazamiento de 1.770 toneladas. Estaba armado con 6 cañones de 6 pulgadas, 8 cañones de 3 libras y 5 tubos lanzatorpedos de 14 pulgadas.

En 1890, se encontraba ya en situación de reserva, pero el 24 de junio de ese año fue comisionado para prestar servicio de nuevo, siendo nombrado comandante del mismo el CF Harry Leith Ross, un veterano oficial con 21 años de servicios.

 

         La imagen que hemos insertado anteriormente es la del Serpent, cuando aún estaba pintado de negro y procede del magnífico artículo del historiador naval CF D. Luis Jar Torres, cuyos trabajos sobre naufragios, publicados en la Revista General de Marina, son una auténtica delicia. En él señalaba que esta otra foto, que suele ser atribuida al Serpent, corresponde en realidad a su gemelo el HMS Brisk, otro de los cruceros de la serie Archer, a la que pertenecía el Serpent.

 

         El 8 de noviembre de 1890, el HMS Serpent, zarpó de la base de Plymouth, rumbo a Sierra Leona, donde debía relevar HMS Archer (el primero de la serie a la que dio nombre), en la West Africa Station, y prestar servicio en las bases navales del cabo de Buena Esperanza y en la costa oeste africana. Lamentablemente, en la noche del 10 de noviembre, el buque fue a encallar en la costa gallega, como muestra el gráfico del CF Jar. De sus 175 miembros de su dotación, solo sobrevivieron 3 que llevaban puesto un chaleco salvavidas (entonces no era obligatorio ni había para todos), consiguiendo llegar a nado hasta el lugar que se señala en el esquema.

 

         Tras ser atendidos por unos paisanos, los náufragos fueron llevados a Xaviña, la localidad más cercana, cuyo párroco D. Manuel María Carrera Fábregas se distinguió en las labores de rescate, en las que se volcó toda la localidad. Curiosamente, el sacerdote era un hombre “de armas tomar” (literalmente), a pesar de lo cual ha pasado a la historia, por las razones que vamos a comentar, como un “liberal”, frente a la intransigencia del párroco de Camariñas D. Antonio Helenda Lozano.

         Mientras los vecinos acudían a la costa para rescatar a otros posibles náufragos, el párroco y el Ayudante de Marina trataron de poner en conocimiento de las autoridades lo acaecido, algo difícil, dado el aislamiento del lugar en donde el telégrafo más cercano estaba en Corcubión. Fue el párroco el primero en lograr contactar con el vicecónsul británico de esa localidad, el cual transmitió el mensaje a su embajada en Madrid.

         Ello provocó el que el Ministerio de Marina se enterase de lo ocurrido a través de la embajada (lo que dio lugar a problemas con el Ayudante de Marina) y, por otra parte, el Almirante de la Flota del Canal, del que dependía el buque siniestrado sólo lo supo, cuando su madre le pidió ampliación sobre lo que ya se presentía que iba a ser una gran tragedia naval. El Almirante era el príncipe Alfredo, duque de Edimburgo, y su mamá la reina Victoria, lo que no evitó el enfado del almirante que, inmediatamente, envió al lugar de los hechos al cañonero HMS Lapwing, que había acompañado al buque siniestrado, pero que había logrado llegar a Vigo. Era un buque que había sido botado en 1867 y tenía un desplazamiento de 774 toneladas. Estaba al mando del TN Galloway que fue quien asumió la representación británica en las operaciones de rescate, en las que también participaron otros buques españoles, llegados de Ferrol.

 

         De los 172 hombres desaparecidos, la mar fue devolviendo en los días siguientes 142 cadáveres, algunos muy fragmentados, los cuales fueron enterrados en un recinto, rodeado por una tapia de piedra, en donde habían sido sepultados los fallecidos en el naufragio del SS Iris (conocido como Iris Hull), acaecido en el mismo lugar el 5 de noviembre de 1883.

 

         Era un mercante que, con 36 tripulantes, había salido de Cardiff, con destino a la India, transportando 1.433 toneladas de trigo. A las cuatro de la mañana el buque embarrancó en los bajos de punta Boi. Algunos de sus hombres asidos a sus palos, esperaron en vano un rescate que no se les pudo hacer llegar, dada la fuerte mar reinante. Sólo hubo un superviviente, el marinero George Chirgwin, de Cornualles que, desnudo y lleno de contusiones, pudo alcanzar la costa.

 


         En ese recinto, que tuvo que ser ampliado, fueron enterrados los hombres de Serpent. Fue entonces, cuando el TN Galloway solicitó que el cementerio fuera bendecido, cuando surgieron los problemas. Entre los hombres de la dotación del buque hundido había, al parecer, un 7% de católicos mientras que el resto eran anglicanos, con el inconveniente añadido de que resultaba imposible identificar los cadáveres y muchos menos el conocer su credo religioso.         

         De ahí, que el párroco de Camariñas se opusiera frontalmente a la bendición de un recinto con tumbas de “herejes”, mientras que el de Xaviña se mostró más conciliador. Hubo que elevar la cuestión al Sr. Obispo que, con gran habilidad resolvió el problema: Autorizaba la bendición, pero abriendo en el recinto dos puertas, una para los católicos y otra para los anglicanos. Así se hizo, a pesar de que ambas conducían al mismo recinto.

La ceremonia de bendición o “consagración”, como la llamaron, se llevó a cabo el 23 de diciembre, en rito católico y anglicano, con la presencia de fuerzas de marinería española y británica que rindieron honores, mientras el Lapwing efectuó una salva de 21 cañonazos.

 

El Almirantazgo británico, por orden de la Corona, hizo llegar a través del comandante del Lapwing varios regalos, en reconocimiento al comportamiento a los que habían participado en el rescate.  Al municipio de Camariñas le entregaron un barómetro que aún se conserva en la fachada de una vivienda. Al párroco de Xaviña, D. Manuel María Carrera le entregaron, como no podía ser menos, una escopeta de caza y una generosa dotación de cartuchos; un reloj de oro al alcalde de Camariñas, don Vicente Pérez; y una medalla de la Royal Society al médico de Camariñas, Dr. Luciano Lema.tuó una salva de 21 cañonazos.

 

         Pero la Costa de la Muerte ha sido pródiga en naufragios y, en la noche del 6 al 7 de febrero de 1893, se hundió allí el buque mercante británico SS Trinacria. Pertenecía a la Anchor Line’s y había sido botado en Glasgow en 1871. Con 102 metros de eslora y 11,4 de manga, con un desplazamiento de 2.107 toneladas que, más tarde, fueron ampliadas a 2.256.

Había salido de Glasgow, el 1 de febrero, al mando del capitán Samuel Murray, de 31 años, con destino a Livorno, vía Gibraltar y Génova. Su tripulación estaba integrada por 37 hombres y llevaba a bordo, como pasajeras, a cuatro religiosas metodistas que iban a desembarcar en Gibraltar. Una de ellas era una joven novicia de la que algunas fuentes afirman que tenía 14 años.

Tras el naufragio sólo hubo siete supervivientes y los cadáveres que se recuperaron estaban en tal mal estado que fueron quemados en la playa. Sin embargo, un número indeterminado de restos, entre ellos el cadáver de la joven novicia pudieron ser enterrados en el cementerio donde reposaban los fallecidos en los anteriores siniestros. 


         Pero, volviendo al Serpent, en una visita de la escuadra inglesa a la ría de Arosa en 1896, el Almirantazgo inglés ordenó colocar una placa conmemorativa en el precioso mirador del monte Lobeira, para que sirviese de recuerdo y homenaje a las víctimas del hundimiento.

El 1 de agosto de ese año, se había alzado una gran cruz de hierro, por iniciativa del entonces Comandante Militar de Villagarcía, el CN. D. Adolfo Reinoso de Tejada, para honrar la memoria de los que encontraron muerte en las aguas del mar. Con ocasión de la visita anual de la escuadra británica a ese puerto, se puso la lápida en la que puede leerse en inglés: “En recuerdo de ciento setenta y tres oficiales y hombres que perdieron sus vidas en el naufragio del HBMS Serpent el 10 de noviembre de 1890 en Punta del Buey, Camariñas. Esta placa ha sido instalada por el Almirantazgo británico en el año 1895”.

 

         Tras años de abandono, el cementerio fue adecentado al cumplirse el centenario de la tragedia y se instaló un monolito en recuerdo de todos los náufragos de la Costa de la Muerte.

 


         La Real Liga Naval Española colocó también una placa y, cada año, en la noche de la tragedia, rinde homenaje a los fallecidos, junto con las autoridades de Camariñas.

 


         Queremos finalizar con estas dos antiguas fotografías, en la primera de las cuales aparecen los oficiales del Serpent, en torno a su comandante el CF Harry Leith Ross. En esta última los fotografiados son los tres únicos marineros que se salvaron: Edward Bourton, Frederick Gould, y Onesiphorus Luxon.



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