El pasado 30 de abril, en el cementerio de la Soledad de Huelva, fueron rendidos honores militares ante la tumba del major de la Royal Navy William Martin. En el acto estuvieron presentes el alcalde de Huelva D. Gabriel Cruz; la alcaldesa de Punta Umbría Dª. Aurora Águedo; el presidente de la Asociación “Major William Martin D. Leopoldo Sánchez Pallares y miembros civiles y militares de la Embajada del Reino Unido en Madrid. Sin embargo, la persona enterrada en esa tumba no fue militar en vida, sino un pobre mendigo, aunque su cadáver salvó a muchos militares. Esta es la historia de “El hombre que nunca existió”.
“El hombre que nunca existió” fue el título
de una película estrenada en 1956, de la que se hizo un remake en 2021,
con el título de “Operation Mincemeat” (o El arma del engaño), en la que narraba
la apasionante historia de una operación fraguada por los servicios secretos
británicos para engañar a los alemanes respecto a lugar en el que se iba a
llevar a cabo el desembarco aliado en Italia.
La persona que concibió la operación
fue el Lieutenant Commander Ewen Montagu, un abogado de origen judío que, con
37 años de edad, se había alistado como voluntario en la Royal Navy, siendo
destinado a la División de Inteligencia Naval. Fue allí donde retomó una idea
anterior para hacer creer a los alemanes que el supuesto desembarco en Sicilia era
un falso rumor de distracción respecto al auténtico destino de la fuerza expedicionaria.
Así se puso en marcha la operación que
un dudoso sentido del humor bautizo con el nombre de “Mincemeat”.
Se trataba de propiciar el hallazgo del cadáver de un supuesto oficial de Estado Mayor, ahogado en el mar, portando documentos secretos relacionados con el desembarco. Pero ello había que hacerlo de manera tan perfecta que los alemanes lo creyeran… y lo logró.
Para ello creó la falsa personalidad de
un Captain de la Reserva Naval (habilitado como Major), con el nombre de
William Martin, destinado en el Cuartel General de Operaciones Combinadas.
El primer problema con el que se
enfrentó fue el de encontrar un cadáver cuya causa de muerte fueran compatible
con la de ahogamiento en la mar. El propio Montagu afirmó que el elegido había
sido un mendigo galés, llamado Glyndwr Michael, fallecido a causa de una neumonía
(otras fuentes afirman que por intoxicación con raticida), pero, aunque la
afectación pulmonar en ese caso tiene semejanza con las consecuencias del
ahogamiento, es posible que un forense experimentado pudiera darse cuenta.
De ahí que algunos autores, como Jesús
Copeiro y Enrique Nielsen, se inclinan a pensar, tras varios años de
investigaciones, que el cadáver correspondía, en realidad al del marinero John
Melville, de la dotación del HMS Dasher, un portaviones de escolta, habilitado
en un antiguo carguero, que había entrado en servicio el 2 de julio de 1942 y
se hundió en el estuario del Clyde el 27 de marzo de 1943, a consecuencia de
una explosión interna, no explicada suficientemente. En la tragedia murieron
379 hombre de los 528 de su dotación y solo pudieron recuperarse 23 cadáveres.
Fuera uno u otro el cadáver utilizado, se
procuró que la identidad proporcionada fuera coherente, dotándole de fotos y
documentos que correspondieran a un hombre de 34 años, con novia, con la que
supuestamente había estado en el teatro. Se le colocaron en el uniforme llaves
de un apartamento, facturas y hasta documentos que daban la impresión de
corresponder a un hombre un poco descuidado. En la cartera que llevaba sujeta
iban los documentos con los que se pretendía desinformar a los alemanes.
Cuando todo estuvo preparado, se
introdujo en un contenedor estanco y fue embarcado en el submarino HMS
Seraph, al que se encomendó la misión de lanzarlo al mar en las proximidades
de Huelva, como así se hizo el 19 de abril de 1943. Previamente, le habían
colocado un chaleco salvavidas y atado el maletín con los documentos. Antes de
arrojarlo cuidadosamente al agua, fue rezado el salmo 39.
Las razones por las que se eligió la
costa onubense fueron porque allí operaba un agente de la Abwehr, el Servicio
de Inteligencia Militar alemana que mandaba el almirante Canaris. Se trataba de
Adolf Clauss, que utilizaba la cobertura de técnico en agricultura alemán.
Además, se conocía la afinidad de las autoridades españolas con las potencias
del Eje (a pesar de su condición de país neutral) y, en concreto, de la amistad
que unía a Adolf Clauss con el Comandante Militar de Marina de Huelva.
El cuerpo fue descubierto al amanecer por el pescador de
Punta Umbría de origen portugués, José Antonio Rey María, en la playa de El
Portil. Tras conducirlo a puerto, informó a las autoridades y, como se había
supuesto, Adolf Clauss tuvo conocimiento inmediato del hallazgo y, en la
Comandancia de Marina, se procedió a fotografiar el contenido de la cartera
que, inmediatamente, fue remitido a Alemania. A pesar del cuidado puesto en la
operación, los ingleses supieron que había sido abierta, tras haber sido
reclamada con urgencia por la Embajada en Madrid, lo que se llevó a cabo para
que se siguiera creyendo en la importancia de la información que contenía.
El cuerpo del supuesto William Martin,
al que le fue practicada la autopsia, fue enterrado cubierto con la bandera
británica y con honores militares en el cementerio de Huelva. Para que ello
fuera posible, la embajada tuvo que certificar que el fallecido era de religión
católica, ya que si hubiera sido anglicano no hubiera podido recibir sepultura
en un cementerio católico.
Se ha llegado a afirmar que ello
también formaba parte del plan, pues, según las últimas teorías, el cadáver fue
exhumado clandestinamente por los alemanes poco después y, a bordo de un
submarino, fue llevado a Italia para que se le practicara una segunda autopsia
que confirmó la muerte por ahogamiento, lo que viene a abogar en pro de la
identidad del cadáver con el del marinero ahogado, pues si hubiera sido el del
mendigo muerto por neumonía, el engaño hubiera sido descubierto.
Cabe preguntarse, entonces, quién está enterrado en Huelva (si es que hay alguien). En la tumba original se puso “William Martin. Nacido el 25 de marzo de 1907 y muerto el 24 de abril de 1943. Hijo adorado de John Glydwyr Martin y de la difunta Antonia Martin de Cartiff. Walles. Dulce et decorum est pro patria mori. RIP”. Más tarde se añadió “Glyndwr Michael served as Major William Martin RM”.
El misterio del hombre que nunca
existió sigue sin ser plenamente resuelto, entre otras razones porque hay
documentos que seguirán clasificados permanentemente, y no se ha investigado en
la tumba que, sin embargo, es objeto de permanentes homenajes, entre ellos el
conmemorativo del 80º aniversario del descubrimiento de ese cadáver que sirvió
para salvar la vida de miles de hombres en el desembarco de Sicilia.
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