Peña era una localidad navarra que quedó despoblada a mediados del siglo XX. En la actualidad su antiguo término pertenece al municipio de Javier, del que la separa el de Sangüesa.
Ubicada en un escarpe montañoso entre
bosques, en 1977, el Gobierno de Navarra lo declaró Bien de Interés Cultural,
en la categoría de Conjunto Histórico. Destacan la espectacular iglesia con la
puerta con matacán que daba acceso al casco urbano. El pueblo y su término son
de propiedad particular y está cercado.
Pero, nuestro interés por esta localidad
“perdida” se debe a que, en su pequeño cementerio, está sepultado el Wing
commander (equivalente a teniente coronel) Donal Cecil Walker que con el Flight
lieutenant (equivalente a capitán) pilotaban un aparato de Havilland
DH-98 Mosquito que se estrelló en las proximidades.
El de Havilland DH.98 Mosquito
era un avión británico, diseñado por Ronald Bishop, con la particularidad de
estar enteramente fabricado en madera. Superadas las reticencias que provocaba
un aparato de estas características y, tras comprobar su fiabilidad y altas
prestaciones, comenzó a ser construido en serie, en 1941. A lo largo de su
historia llegaron a salir de las factorías cerca de 8.000 aparatos, en sus
diversas variantes, que fueron utilizados en cometidos muy variados, desde caza
a bombardero, pasando por misiones de reconocimiento, como la que protagonizaba
el avión siniestrado.
Pertenecía al 544 Squadron con
base en Benson (Reino Unido), una unidad de la RAF cuya principal misión era la
de reconocimiento fotográfico de objetivos enemigos.
El 11 de noviembre de 1943, el avión
había despegado de su base para fotografiar diversas instalaciones en la
Francia ocupada por los alemanes y, de manera especial, el viaducto de Anthéor,
cerca de la Costa Azul que había sido atacado por bombarderos Lancaster, sospechándose
que no había sido dañado, como así era. De hecho, no pudo ser destruido hasta el
15 de agosto de 1944, como muestra la imagen que, junto con el itinerario del
vuelo, proceden del blog de Paxti Mendiburu en el que dedicó un artículo a la
misión de este avión, en 2018.
El “Mosquito”, cumplido su objetivo
debía dirigirse a Gibraltar para repostar, antes de regresar a su base, pero a
la altura de Toulouse fue alcanzado por las baterías antiaéreas alemanas, pero
el piloto logró adentrarse en territorio español, con la esperanza de poder
tomar tierra en el aeropuerto de Berdún que tenía en sus cartas.
No pudieron lograrlo porque el avión
comenzó a arder, por lo que decidieron tirarse en paracaídas. El capitán Crow
logró salvarse al tomar tierra cerca de Sos del Rey Católico, pero el paracaídas
del teniente coronel Walker quedó trabado al fuselaje del aparato y lo arrastró
hasta el monte Verduces, junto a Peña, muriendo en el acto (la foto del avión
incendiado corresponde a otro accidente).
Ese día (11 de noviembre) los vecinos
de Peña celebraban la fiesta de su Patrón San Martín de Tours y salían de Misa
cuando vieron caer el avión, marchando inmediatamente hasta el lugar del
accidente, donde ya estaba la Guardia Civil del puesto de Cáseda. El cadáver de
Donald Cecil Broadbent Walker, fue enterrado en una sencilla tumba del
cementerio de la localidad, con una cruz sobre ella.
En 1951, el hermano del piloto
fallecido, John David Walker visitó el cementerio. Para entonces, sólo quedaban
en el pueblo tres habitantes. Le acompañó hasta allí el alguacil de Sangüesa D.
Francisco Armendáriz, del que dicen las crónicas que le sirvió de intérprete. Al ver el estado de la sepultura, se puso en
contacto con la Commonwealth War Graves Commission, que es el organismo
que se encarga del cuidado y mantenimiento de las tumbas militares británicas
en el mundo y, al año siguiente, fue instalada la lápida que ahora existe, de
características similares a las de todos los cementerios militares de ese país.
Junto con sus datos personales figura en ella la inscripción “Con el amor y
gratitud de tu padre y de tu madre”. Hay una palabra que no hemos podido leer,
así como los nombres finales que parecen ser Alex y Jack.
El 6 de abril de 1968, el teniente
coronel John Slessor, Agregado Aéreo en la Embajada del Reino Unido en Madrid,
viajó hasta Peña, ya deshabitado, acompañado por miembros del Club Montañero de
Sangüesa y del Club Deportivo Navarra, para realizar una ofrenda floral y, cada
primero de noviembre los montañeros de Sangüesa, acuden al lugar para rendir
homenaje al piloto.
El teniente coronel Donal Cecil Walker había
nacido en Malton, una localidad situada en el condado de Yorkshire del Norte.
Era hijo de Lawrence Cecil y Jessie Walker y tenía 28 años.
El duque de Peña, propietario de la
finca, al comunicar al vice-consulado británico en Zaragoza lo acaecido, precisaba
que el cadáver había quedado completamente fragmentado y que había acompañado a
un “joven piloto inglés” que llegó al lugar más tarde, así como a los representantes
del Ministerio del Aire que se hicieron cargo de los restos del aparato.
Renunciaba además a cualquier tipo de indemnización por los daños causados en
la finca, como agradecimiento a la protección dispensada por el Reino Unido
cuando fue perseguido por la II República. Posteriormente, el gobierno británico
adquirió la parcela donde está enterrado el aviador.
Pero especialmente triste es la
historia del copiloto, el capitán Arthur Maurice Crow que, como hemos dicho,
logró salvarse saltando en paracaídas. En esos momentos tenía 22 años, aunque
no hemos logrado encontrar otros datos de su biografía.
Lo que sabemos es que fue repatriado al
Reino Unido y se reincorporó a su unidad. El 29 de diciembre de 1944, despegó
de su base, como copiloto y navegante del “Mosquito NS791”, que iba pilotado
por el también capitán Olaf Patrick Olson, de la Royal New Zealand Air Force,
con la misión de efectuar un reconocimiento entre Hannover y Stendal. Poco después del mediodía, el avión fue
interceptado y derribado por un Me 262 A, pilotado por el Oberfeldwebel Erich
Büttner. Ambos tripulantes lograron saltar en paracaídas, pero al llegar a tierra
Crow fue asesinado por el SS-Untersturmführer Heinrich Friedrich Uhrig, mientras
que su compañero fue hecho prisionero, posiblemente por caer en lugar más
alejado.
Los restos de este aviador que se salvó
en Sos del Rey Católico, para morir asesinado en Alemania, reposan en el
cementerio de guerra de Hannover junto con otros 2.451 militares británicos, la
mayoría de ellos pertenecientes a la RAF (posteriormente se han llevado a cabo
algunas exhumaciones).
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