miércoles, 28 de junio de 2023

Las mazas del Ayuntamiento

 

         Las mazas que, portadas por los maceros, preceden a la corporación municipal constituyen un símbolo de su autoridad que responde a un privilegio propio de las ciudades y cabezas de corregimiento, como vimos en un artículo anterior. A los maceros que, en el caso de Borja, vemos en esta imagen correctamente vestidos, dedicaremos otro artículo, dado que hoy vamos a centrarnos en la historia de las mazas.



Madrid


Alcalá de Henares


Barbastro

         Las mazas no son privativas de las corporaciones municipales, dado que también las usan, en número variable, otras como los cabildos o las universidades. Pero, como muestra de la importancia de estos símbolos, todos ellos las encargaron a afamados orfebres y son, en muchos casos, verdaderas obras de arte.


Borja también dispuso de mazas de plata, de gran belleza, pero ¿Qué ocurrió para que, en la actualidad, use de una de latón y gusto discutible? Es lo que vamos a explicar hoy.

Ya hemos comentado en otras ocasiones, el fácil reduccionismo en el que solemos incurrir al abordar lo acaecido durante la Guerra de la Independencia, presentando a los franceses como autores de todas las tropelías padecidas. Fueron, evidentemente, los desencadenantes del conflicto al invadir España y contra ellos se alzó el pueblo, luchando por su libertad. Cabría la posibilidad de matizar las razones que le impulsaron a ello, pero no podemos dejar de resaltar el violento comportamiento de las partidas de guerrilleros que se enfrentaron a ellos, las cuales ocasionaron, en el caso de Borja, mayores daños que los franceses.

 

         Una de esas partidas fue la de Fidel Mallén, Alcalde de Illueca, localidad en la que era un rico hacendado y donde fue autorizado a ponerse al frente de 200 infantes y 100 caballos, como comandante de una guerrilla que debía actuar en el partido de Calatayud, aunque su acción se extendió a otras zonas limítrofes.

         En el monasterio de Trasobares cometió todo tipo de excesos y, en octubre de 1811, protagonizó en Borja unos lamentables acontecimientos. Fue quien, en la Casa Consistorial quiso quemar toda la galería de retratos, a lo que se opuso el regidor del gremio de labradores D. Francisco Catarecha, quien, asumiendo un gran riesgo personal, logró evitar ese atropello, aunque el retrato de Carlos IV fue arrojado por el balcón y quemado en la plaza. Por eso se mantiene sin ocupar el espacio que correspondía a ese retrato.

         Fueron sus hombres los que se llevaron las mazas de plata que usaba la corporación municipal de Borja. También robaron un buen número de jocalias en la colegiata de Santa María y, después, en el convento de dominicos de Magallón.

 

         El general Villacampa, de quien dependía, censuró su conducta y le obligó a entregar todo lo robado en Borja y otros lugares a la Junta Superior, pero no hay constancia de que cumpliera la orden. Lo que sí sabemos es que, más tarde, Fidel Mallén terminó siendo procesado. Pero, Borja se quedó sin mazas.

 

          Al finalizar la guerra, no estaba la economía municipal para asumir un gasto tan importante como el de encargar nuevas mazas de plata, por lo que el Ayuntamiento decidió recurrir a un remedio un tanto cutre: mandó construir unas mazas de madera. Con ellas aparecen los maceros en esta fotografía de la procesión de San Roque, en el siglo XIX, a la que concurría el Ayuntamiento en pleno, por ser una fiesta votada, como recordamos hace pocos días.

 


Al ampliar la foto, pueden apreciarse las características de esas mazas de madera que aún se conservan, pues una de ellas es la que abre el cortejo del Entierro de Cristo. Fueron utilizadas por los maceros del Ayuntamiento durante 72 años, entre 1812 y 1889.

 

Al ampliar la foto, pueden apreciarse las características de esas mazas de madera que aún se conservan, pues una de ellas es la que abre el cortejo del Entierro de Cristo. Fueron utilizadas por los maceros del Ayuntamiento durante 72 años, entre 1812 y 1889.

 

         En esta otra fotografía, posterior a 1889, correspondiente a otra fiesta votada, la de San Juan Bautista, vemos a los maceros llevando ya las nuevas mazas. Ampliando la imagen, vemos (señalado con una flecha roja) a uno de los maceros llevando, al igual que el otros esas mazas. Otro detalle curioso es el del concejal, señalado con flecha verde, que viste calzón y que por su ubicación puede ser incluso un Teniente de Alcalde. Con flecha amarilla hemos resaltado al policía municipal, con el uniforme que entonces utilizaban.

 


         Ignoramos si, en algún momento, alguna corporación tomará la decisión de encargar unas mazas acordes al prestigio de una ciudad, aunque no sean tan bonitas como las que antes hemos mostrado o estas otras de Valladolid y Jaca. Lo dudamos.



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