En pasados artículos hemos tratado
sobre los distintos símbolos relacionados con los alcaldes y las corporaciones
municipales. Entre esos artículos hemos dedicado uno a las mazas y hoy vamos a comentar
la historia de los maceros de Borja.
Volvemos a reproducir esta fotografía por varias razones. La primera es porque los maceros visten correctamente su traje, cosa que no ocurre en la actualidad, pero observando con detalle la imagen podemos ver varios detalles significativos.
Los miembros de la corporación usan la banda
antigua, de mucha mejor calidad que la de ahora (fíjense en los brillos o aguas
de la tela. La banda del Alcalde no lleva el escudo de la ciudad en el centro,
una novedad de reciente implantación, copiada de otros lugares. Con la
corporación desfila el Secretario (primero a la derecha tras el macero), usando
también de banda. Junto al Alcalde se encuentra el Teniente de la Guardia Civil,
Jefe de la Línea, que entonces tenía su sede en Borja (también perdimos eso).
Detrás, con los uniformes grises que usaban, van dos policías municipales. No estaba
en esa ocasión, aunque siempre solía acompañar al Alcalde, el portero de la
Casa Consistorial, que era quien se hacía cargo de la vara (por cierto el Alcalde
la lleva bien). A quien no vemos es a D. Emilio Alfaro Gracia. Ni a él, ni a su
padre D. Emilio Alfaro Lapuerta se les ocurrió nunca sumarse a un cortejo donde
no tenían cabida, dado que su cargo fue siempre honorífico y simbólico.
Los maceros, como signo de autoridad,
son propios de determinadas corporaciones, cuyo origen se remonta, en algunos
casos, a la Edad Media. Ya dimos noticia de la Real Cédula de Felipe V, de 13
de octubre de 1718, por la que se regulaba la indumentaria e insignias que
debían usarse por los regidores de las ciudades y villas cabezas de
corregimiento (en referencia al Principado de Cataluña). En ella, se ordenaba
sustituir el “ropaje antiguo” de los regidores (gramallas con gorra) por “traje
moderno español”, aunque los porteros y los maceros (dos en cada ciudad)
podrían vestir las antiguas gramallas de paño.
En Borja los maceros municipales se
crearon el 24 de octubre de 1764, a petición del corregidor. La primera vez que
desfilaron fue con ocasión de la fiesta de la Inmaculada Concepción de 1764
que, curiosamente, no se celebró hasta el 22 de enero del año siguiente. El
acontecimiento despertó la lógica expectación y para que la sorpresa fuera
mayor se vistieron en el propio convento y según se relata en las Actas
municipales “llevaron las capas ocultas para que antes de salir al público se
ofrecieran a la Inmaculada, nuestra patrona”. Hay que tener en cuenta que la
Inmaculada es una de las fiestas de la ciudad, a la que, en virtud de voto
perpetuo, tiene obligación de asistir el ayuntamiento en corporación.
El traje diseñado para la ocasión
estaba constituido por jubón, calzas y medias negros. Al cuello gola almidonada
y cubriendo los hombros capa de terciopelo rojo, con cuello vuelto. Es
interesante la referencia a la capa en el texto anterior, pues debieron serlo
desde su origen, en lugar de ferreruelos (capas cortas) que eran la prenda que
usaban los alguaciles. En esta imagen se describen las partes de la indumentaria masculina de la época.
Como tocado. un sombrero negro al que, posteriormente se le
incorporó en el ala vuelta una escarapela, con los colores nacionales y,
prendida a ella, una pequeña pluma. Se completaba con zapatos negros con
hebilla rectangular de plata.
Ese traje es muy similar al de los maceros de la ciudad de
Tarazona y de Calatayud, aunque en ambos casos, llevan peluca que, creemos, no
se corresponde con este tipo de trajes y que, en ambos casos, recuerda al que
todavía utilizan los alguacilillos de algunas plazas de todos, aunque en lugar
de gola, visten valona caída sobre los hombros, aunque en estos últimos casos,
la variedad es enorme. El color de la
capa también varía: roja en Tarazona, azul en Calatayud.
Hay otras ciudades aragonesas, como Jaca o Alcañiz, que han mantenido como traje de los maceros las antiguas gramallas. Magnífica la maza que porta el macero de Alcañiz y también es de plata la de Jaca.
En otras localidades españolas predomina
el uso de dalmáticas con las armas de la ciudad o villa bordadas en la parte
anterior, como muestran estas imágenes de Madrid y Toledo.
Hace pocos días, un investigador que está preparando un trabajo
sobre marchas ceremoniales en los ayuntamientos aragoneses, nos preguntó sobre
si, en Borja, existió alguna. Le contestamos que no, dado que, en nuestra
ciudad nunca llegó a haber timbaleros y clarineros, aunque el 29 de noviembre
de 1786 se tomó el acuerdo de “restituir” dos plazas de clarineros y una de
timbalero. Al adoptar esta medida el concejo pretendía “que la ciudad tenga en
los actos públicos la representación que ha de tener una ciudad que goza de
voto en Cortes y con todos los privilegios de los que Borja dispone”.
A pesar de lo que pudiera significar “restituir”
no ha quedado constancia de que los hubiera antes ni que el acuerdo llegara a
hacerse efectivo. Sabemos que, en ocasiones, se recurrió a las músicas de las
unidades militares de guarnición en Borja, para que acompañaran a la
corporación. Pero, lo cierto es que nuestra ciudad es una de las pocas que no
cuenta con clarines y timbales.
Se mantienen los maceros, aunque se hace necesario volver a
recuperar la prestancia de su traje que, posiblemente, por desconocimiento,
dista mucho de ser vestido adecuadamente. Basta comparar estas imágenes con las
anteriores para constatar el aspecto que ha adquirido la gola, la forma visible
de sujetar las capas o el que sobresalga en algún caso el forro de las mismas.
Sería algo muy sencillo, pero cada vez que lo hemos señalado, sólo hemos
recibido improperios.
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