Hay en Alberite de San Juan un pino de gran porte, situado en el camino que parte de la iglesia parroquial en dirección a Bureta, que tiene sus días contados. A pesar de sus dimensiones, su antigüedad no se remonta a mucho tiempo atrás, pues aún vive, en una casa próxima la persona que lo plantó o que, al menos, lo vio plantar.
Dicen que está enfermo, aunque nadie lo
diría a juzgar por su lozano aspecto. Pero, ante el peligro que pudiera
representar, el propietario del terreno en el que se alza ha tomado esa
drástica decisión.
De hecho, en su entorno, ya han sido
talados otros árboles, como preludio de una actuación que, para algunos,
provoca una indudable tristeza.
No es Alberite un lugar propicio para
la conservación de grandes árboles. Había otro gran pino a la entrada, junto al
arco, que fue talado y, junto a él, un gran olmo que, como nos decía Pedro
Domínguez Barrios, también cayó víctima de la sierra o el hacha, aunque
posiblemente había sido afectado por la enfermedad que acabó con la vida de
muchos.
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