miércoles, 21 de junio de 2023

Un joven artillero inglés en la isla de la Palma

         El recorrido por toda España, en busca de tumbas de militares extranjeros, nos está permitiendo conocer su existencia en los más diversos lugares y, al mismo tiempo, la historia de quienes están enterrados en ellas.

         Hoy vamos a comentar el caso de un joven artillero británico, cuyos restos fueron llevados por la mar a la isla de la Palma, en 1943, recibiendo sepultura en el cementerio de una bella localidad llamada Villa de Mazo, situada al Este de la isla y que la actualidad tiene unos 5.000 habitantes.



         Junto al cementerio municipal, la Royal Navy adquirió una parcela para dar sepultura en ella al soldado John Lee, de 22 años de edad, cuyo cadáver muy desfigurado, tras una larga permanencia en la mar, había llegado a la costa de ese municipio.

 

         ¿Quién era John Lee? Había nacido en Natural de la ciudad escocesa de Glasgow, en 1922. Era hijo de Henry y Martha Lee y con 18 años se alisto en el Regimiento Real de Artillería Marítima, cuya misión era proporcionar protección artillera a los buques mercantes.

 

         Fue destinado al transporte Presidente Doumer. Se trataba de un buque botado en 1933, por encargo de la compañía francesa Mensajerías Marítimas. Con 150,5 metros de eslora y 19, 5 de manga, tenía un desplazamiento de 14.820 toneladas. Destinado al transporte de pasajeros, era gemelo de otros dos buques, el Jean Laborde y el Maréchal Joffre.

 




         Podía transportar 135 pasajeros en 1ª clase, 90 en 2ª y 74 en 3ª. Los de categoría superior disfrutaban de unos espacios lujosamente decorados, de acuerdo con el gusto de la época y hasta de una zona reservada para los niños.

         Pero, al comienzo de la II Guerra Mundial, el buque fue requisado por el gobierno francés para su empleo como transporte de tropas, hasta que el 19 de julio de 1940 fue cedido al gobierno inglés con el mismo destino.

         Para protegerlo frente a los ataques enemigos el barco fue artillado y a él fue destinado el soldado John Lee, junto con otros compañeros para hacerse cargo de las piezas y, formando parte de su dotación, se vio envuelto en la tragedia del 30 de octubre de 1942.

 

         El President Doumer formaba parte del convoy SL-125 que, desde Sierra Leona, partió para Liverpool el 16 de octubre de 1942. Estaba integrado por 42 barcos (el de mayor tonelaje era el President Doumer), protegidos por una débil escolta. Este hecho y el que muchos de los buques fueran en lastra o con muy ligera carga hizo sospechas que fuera, en realidad, un señuelo para atraer a los submarinos alemanes, permitiendo que los transportes que iban a participar, al mismo tiempo, en el desembarco del norte de África no fueran atacados.

         Si ese era el verdadero motivo, la añagaza surtió efecto dado que los submarinos que formaban parte de la “manada” Streitaxt fueron en busca del convoy. Nada menos que 12 submarinos formaban parte de esa “manada”, una táctica ideada para acosar a los convoyes aliados con repetidos ataques, creando situaciones de auténtico terror y ocasionando graves daños. En el SL-125 provocaron el hundimiento de 12 de los mercantes que lo integraban.

         Uno de ellos fue el President Doumer a bordo del cual iban 345 personas, entre ellas 30 artilleros. Transportaba carga ordinaria, entre la que se encontraba varias toneladas de aceite de palma. Al mando del mismo iba el capitán Jean Paul Mantelet, el mismo de su etapa francesa.

         Poco después de las nueve de la noche del 30 de octubre el barco fue atacado a 150 millas de Madeira por el submarino alemán U-604. El impacto del torpedo provocó el pánico a bordo, acentuado por el mal tiempo reinante esa noche. En el naufragio perecieron el capitán, 173 tripulantes, 23 artilleros y 63 soldados. Se salvaron 78 tripulantes y siete artilleros, que fueron recogidos por una corbeta y por otro de los transportes, el Alaska que, a su vez, fue torpedeado al día siguiente por el U-510, aunque pudo seguir la navegación con graves averías.

         Entre las víctimas se encontraba el artillero John Lee, aunque su cadáver permaneció en la mar desde el 30 de octubre de 1942 hasta comienzos de marzo de 1943, en que apareció en la playa de Las Goteras, mutilado y en muy mal estado.

 

         Fue sepultado en el cementerio de Mazo (la denominación de Villa de Mazo fue posterior), en una tumba que, inicialmente, estaba en el cementerio civil. Nunca le faltaron flores y era objeto de visitas por parte del cuerpo consular y de miembros de diversas unidades de la Royal Navy.

 



         En 2018, la tumba fue restaurada y, junto a ella, fue colocada una placa explicativa en el transcurso de un acto conmemorativo del 75 aniversario de la llegada del cadáver. Estuvo presidido por el alcalde D. José María Pestana y el embajador de Reino Unido en España, Simon Manley, junto con la cónsul británica en Andalucía, Canarias, Ceuta y Melilla, Charmaine Arbuin, y la vicecónsul en la provincia de Santa Cruz de Tenerife Helen Keating.

 



         Pero, las autoridades de Villa de Mazo pusieron especial empeño en conocer a la familia del joven soldado y, tras intensas gestiones, lograron localizarla y, en mayor del año pasado, se desplazó a la Palma su sobrina Mary Hastie, acompañada de varios familiares, que pudieron visitar la tumba y recibir las muestras de cariño de los vecinos de Villa de Palma, a los que hicieron entrega de una fotografía en la que, aparece, la imagen de John Lee de niño.

 

         Una historia triste que, sin embargo, viene a poner de manifiesto lo que se hace constar en la lápida de este soldado británico: “No solo hoy, sino todos los días, en silencio te recordamos”.


 

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