En días pasados en los que han tomado
posesión los cargos electos de las nuevas corporaciones municipales han cobrado
actualidad determinadas cuestiones de protocolo, relacionadas con la forma de
celebrar el acto y sobre los símbolos personales que distinguen a los elegidos.
Hoy queremos centrarnos en el bastón que usan los alcaldes que es el principal distintivo de su condición, por encima de cualquier otro.
Tiene su origen en la vara que, como símbolo
de autoridad, usaron los Justicias desde época medieval. En este sentido, conviene
recordar que, en Borja, fue Fernando el Católico quien, a la vara que usaban
les concedió el uso de bandas de color grana, a las que nos referiremos otro
día.
Fue en el siglo XIX cuando las antiguas
varas comenzaron a ser sustituidas por bastones, que también usaron las
autoridades militare y hasta las eclesiásticas. Recientemente, vimos en Mallén
al coronel del regimiento de Caballería España nº 11, portando el bastón que
acredita su mando.
La forma de llevar el bastón, en los
momentos en los que se usa, es empuñándolo con la mano derecha, generalmente apoyada
en el pomo, como si de un bastón normal se tratara, o elevándolo ligeramente
por debajo del pomo. A nuestros lectores puede llamarles la atención el que los
alcaldes representados en las fotos anteriores no lleven banda. Explicaremos
las razones en otro artículo.
Las autoridades militares llevan el bastón
en la mano izquierda, dado que, con la derecha, tienen que saludar a las
fuerzas que les rinden honores, como puede verse en esta fotografía en la que
junto al Capitán General aparece el Alcalde con su vara en la derecha.
Es cierto que el entusiasmo de algunos
alcaldes en el momento de ser proclamados les lleva a efectuar gestos tales
como mostrar la vara o empuñarla, incluso invertida, como se ve en la segunda
imagen. Pero, fuera de esas efusiones en parte justificables, seguir mostrando
el bastón en los desfiles o no utilizarlo como lo que es, constituye una
incorrección.
También está presente en el recuerdo de
todos, aquellas imágenes de determinados alcaldes esgrimiendo sus bastones como
si de armas se trataran.
Pero lo que viene suscitando una gran
polémica entre los auténticos expertos en protocolo es la arraigada costumbre
de hacer entrega al Rey del bastón de Alcalde, cuando visita una localidad.
En opinión de quienes han estudiado con
detenimiento este hecho, el bastón de Alcalde es su distintivo personal y, por
lo tanto, indeclinable. En el Antiguo Régimen pudo tener justificación pues la
autoridad del Alcalde o Justicia emanaba del monarca, pero, en los regímenes
democráticos es fruto de la voluntad popular. Incluso en el caso primero hay
ejemplos de que un Alcalde no cedía su vara al Rey, como puede verse en la
conocida obra “El Alcalde de Zalamea”.
En relación con esta cuestión hay
curiosas y antiguas tradiciones en determinados municipios cuyos Alcaldes
depositan sus varas ante el Santísimo Sacramento o imágenes religiosas. Entre
los varios ejemplos, podemos mencionar el caso Sanlúcar de Barrameda cuyo Alcalde
entrega la vara a la imagen del Nazareno por su condición de Alcalde Perpetuo
de la localidad. También la recibe en San Sebastián su Patrón y en Gallur el
Santísimo Sacramento, donde se deposita el día de Jueves Santo ante el
monumento. A casos como los mencionados podríamos añadir los que tienen más una
connotación teatral en determinados acontecimientos festivos y, además,
relacionados con la realeza.
Pero, fuera de esos casos, ceder el
bastón a quien no tiene derecho a su uso, constituye un despropósito en el que
incurren no sólo las autoridades ignorantes de estas cuestiones, sino incluso
otras que tienen la obligación de conocerlas.
En este sentido, un experto consultado
mencionaba el caso del coronel de un regimiento que, por puro servilismo, hizo
entrega de su bastón al Ministro de Defensa, cuando sabía perfectamente que un
ministro no tiene reconocido el uso de bastón. No le faltó sino desprenderse de
sus estrellas de coronel y colocárselas a aquel ministro que tan deseoso estaba
de ascensos.
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