El pasado 9 de junio, dedicamos un artículo de esta serie a la sorprendente historia del major de la Royal Navy William Martin, una identidad falsa para un cadáver arrojado por los ingleses frente a las costas de Huelva, dentro de un plan para engañar a los alemanes (lo que consiguieron), que fue enterrado en el cementerio de Huelva, pues a las muchas falsedades creadas para la trama, se unió la de su supuesta condición de católico. Pero, en Huelva hay enterrados otros militares británicos, aunque en el cementerio anglicano que existía en la ciudad.
Este cementerio “inglés”, uno de los que
existieron en la provincia, donde la presencia de ciudadanos británicos fue, en
su momento, numerosa por su participación en las explotaciones mineras, tuvo el
precedente de otro cementerio creado en 1875, junto al católico de San
Sebastián. Pero, el desarrollo urbanístico de la ciudad obligó a clausurar
ambos recintos y ubicarlos en un nuevo lugar. Fue, en 1932, cuando se procedió
a la creación de los nuevos cementerios, católico y anglicano, juntos pero
separados en el nuevo emplazamiento.
Pero el “cementerio inglés” quedó sumido en el abandono, durante muchos años y, tras la puerta metálica, cerrada con cadena, sólo podía verse la maleza que había crecido ocultando las tumbas.
Afortunadamente, un nutrido grupo de ciudadanos
británicos, convocados por un matrimonio residente en Tavira, acudieron al rescate
y, con gran esfuerzo, procedieron a limpiar y adecentar el recinto, retirando
los matojos y restaurando, en la medida de sus posibilidades, las tumbas que
iban apareciendo.
Entre ellas se encontraban las de dos
aviadores, los sargentos Philip Bernard Crossan y Geoffrey Lennox Avern, de los
que pudo afirmar el diario Huelva Información que fueron “los héroes que sí
existieron”.
El sargento Philip Bernard Crossan, de 21 años, era operador
inalámbrico y observador de la RAF. Era hijo de Bernard y Elsie Margaret
Crossan, de Borough Road, Middlesbrough (Inglaterra).
El sargento Geoffrey Lennox Avern, de 27 años, pertenecía a
la Real Fuerza Aérea Australiana. Había nacido el 27 de abril de 1914 en
Gunnedah, Nueva Gales del Sur (Australia). Se graduó como maestro en 1932 antes
de alistarse en la Real Fuerza Aérea Australiana. Después de completar su
entrenamiento militar, prestó servicio en Sudáfrica y tras ser ascendido a
sargento fue destinado al 236° Escuadrón Beaufighter en Wattisham, cerca de
Ipswich.
Ambos, eran los únicos tripulantes de un Bristol
Beaufighter Mk. VIc con matrícula T4936 perteneciente al 236 escuadrón de
la Royal Air Force que había despegado de la base de St Mawgan (Cornualles) con
destino a Oriente Medio y con escala en Gibraltar.
El aparato, de características similares al que aparece en
esta imagen, formaba parte de un grupo de 12 aviones del recién disuelto 236º
Squadron, que se dirigían a Oriente Medio, para reforzar a los 272º y 252º
Squadron. Cuatro de los doce aviones no llegaron a Gibraltar y otro se estrelló
en el peñón al chocar en la pista con un Wellington.
El aparato que pilotaba el sargento Geoffrey L. Avern,
llevando como operador al sargento Philip B. Crossan, se estrelló en la costa
de Gibraleón el 19 de abril de 1942, cuando sobrevolaba el espacio aéreo
español. Algunas fuentes sugieren la posibilidad de que fuera derribado por baterías
antiaéreas españolas, dado que testigos presenciales vieron al avión incendiado
antes de que se estrellara. De hecho, las autoridades británicas llegaron a
sospechar que esa fuera la causa del accidente.
Los cuerpos de ambos aviadores fueron enterrados inicialmente
por las autoridades españolas en el cementerio de Gibraleón, pero en 1951 fueron
trasladados al cementerio británico de Huelva.
En la tumba del sargento Crossan figura
bajo el emblema de la RAF y sus datos personales, una emotiva frase en inglés,
cuya traducción dice: “Por el honor, la libertad y la verdad sacrificó su gloriosa
juventud”.
Detrás de las tumbas de estos dos aviadores,
hay una pequeña lápida fijada al muro del cementerio, dedicada al marinero de
1ª Percy Longthorpe, de 24 años, miembro de la dotación del HMS Adventure,
que falleció el 14 de diciembre de 1918, a consecuencia de una explosión
registrada en el buque cuando estaba siendo reparado en Huelva.
El HMS Adventure era un crucero,
botado en 8 de septiembre de 1904, que entró en servicio en octubre el
siguiente año. Con 114 metros de eslora y 11,70 de manga, tenía un desplazamiento
de 2.713 toneladas. Podía dar 25 nudos y estaba armado con 10 cañones de 76 mm
y 8 de 47 mm. Toda su vida activa, que fue corta pues fue dado de baja en 1919,
estuvo envuelta en diversos incidentes. Durante el último año de la I Guerra
Mundial escoltó convoyes a Gibraltar, pero el fallecimiento del marinero se
produjo cuando la contienda había finalizado un mes antes.
El pasado año, en el cementerio
ya remozado, un grupo de
veteranos de la Royal British Legion, residentes en el Algarve, tributaron un
emotivo homenaje a los militares allí enterrados. Al acto asistieron los agregados
militares de las embajadas británica y australiana, así como autoridades de
Huelva, con su Alcalde al frente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario